Cada tanto entro a Facebook. Si bien, al igual que Instagram o Twitter, está lleno de ruido (posts falopa de IA, publicidades de mierda y publicaciones sensacionalistas), cada tanto aparecen los grupos que me interesan, que son la razón por la que entro. Varios son de historietas y antros similares o medio falopa (durante mucho tiempo estuve en uno de pesca; nunca pesqué en mi vida, pero fue una excusa para conocer).
El otro grupo —actualmente el principal motivo por el que uso Facebook— es el del barrio, pero no cualquiera: es el que, después del nombre del barrio, dice “de antes”. Un grupo dedicado a la memoria, a la historia. Muchas veces se ponen tangueros o suben boludeces de abuelo, pero cada tanto uno encuentra una joya, una historia. Y para mí, lo más importante: una invitación a la vida real, a la vida AFK.
Me refiero a esos posteos que se ocupan de reseñar lo que, para mí, fue el descubrimiento del año: un bodegón al que no hubiese entrado en mi vida, pero del que leí la historia del mozo, del bar, y las recomendaciones de varios vecinos. Decidí ir. No hubo vuelta atrás. Todavía no volví, pero no veo la hora de hacerlo. De ir a comer a ese bodegón, a esa calle, y disfrutar de la vida.
A partir de esa recomendación y de ese posteo, decidí meterme a los grupos de otros barrios, a leer sus recomendaciones. Uso a facebook como una ventana a a leer historias que no me llegarían de otra forma. Conocer lugares que si paso por la puerta no entraría. Es una extensión de la cuadra, de la feria y de algunas charlas de carnicería. También hay una realidad, vivo en un barrio de viejos. Y quizás por eso mismo, Facebook sigue teniendo sentido.
El otro grupo —actualmente el principal motivo por el que uso Facebook— es el del barrio, pero no cualquiera: es el que, después del nombre del barrio, dice “de antes”. Un grupo dedicado a la memoria, a la historia. Muchas veces se ponen tangueros o suben boludeces de abuelo, pero cada tanto uno encuentra una joya, una historia. Y para mí, lo más importante: una invitación a la vida real, a la vida AFK.
Me refiero a esos posteos que se ocupan de reseñar lo que, para mí, fue el descubrimiento del año: un bodegón al que no hubiese entrado en mi vida, pero del que leí la historia del mozo, del bar, y las recomendaciones de varios vecinos. Decidí ir. No hubo vuelta atrás. Todavía no volví, pero no veo la hora de hacerlo. De ir a comer a ese bodegón, a esa calle, y disfrutar de la vida.
A partir de esa recomendación y de ese posteo, decidí meterme a los grupos de otros barrios, a leer sus recomendaciones. Uso a facebook como una ventana a a leer historias que no me llegarían de otra forma. Conocer lugares que si paso por la puerta no entraría. Es una extensión de la cuadra, de la feria y de algunas charlas de carnicería. También hay una realidad, vivo en un barrio de viejos. Y quizás por eso mismo, Facebook sigue teniendo sentido.
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